La formación
de valores y
actitudes ha sido una
de las finalidades
principales de la
educación mexicana,
obedeciendo a la
necesidad no sólo
de difundir conocimientos
básicos sino también
a la de formar
a los nuevos
ciudadanos del mañana. Ciertamente, la formación
de valores es responsabilidad compartida
de la sociedad
en su conjunto, la
familia y la
escuela; es decir no
es tarea exclusiva
de la institución, pero es
necesario reconocer que la influencia
de la escuela
en este campo
es muy importante y que es
posible mejorarla radicalmente
si los profesores
cuentan con las
herramientas indispensables para
intervenir explícitamente en
la formación cívica
y ética de
sus alumnos, no sólo
cuando se traten
específicamente estas cuestiones
o temas, sino, sobre todo, durante
el proceso mismo
de enseñanza, en las relaciones
cotidianas con sus
alumnos y colegas, es
decir en todo
momento de la
vida escolar y
en las relaciones
con las familias
de los alumnos.
Considerando lo
anterior los niños pequeños
aprenden con el ejemplo, por lo tanto enseñar a los niños y niñas los valores,
implica un compromiso personal. Es necesario dar el ejemplo con actos y
palabras para que los niños los asimilen, los imiten y los vivan. Por tanto
la enseñanza de los valores se inicia en el hogar, promovida por el ser
y el hacer de los padres y otros adultos significativos para el niño; más tarde,
en la escuela estos valores deberán ser ampliados y fortalecidos.
Según Silvia Schmelkes considera que "Los valores son principios que dirigen
y regulan el actuar de los seres humanos en cualquier momento o situación”. Son
dinámicos debido a que tienen un origen histórico y cambian según las
circunstancias o el contexto social." Por lo tanto es primordial trabajar tanto los aspectos cognitivos,
afectivos y procedimentales de igual forma para logran formar en la persona un desarrollo integro.
Cualquier proceso educativo que desatienda alguno de ellos, o que enfatice
uno por encima de los demás, desembocará en un desarrollo desequilibrado del
ser humano. Se estará de acuerdo en que la escuela, tradicionalmente, ha
dado prioridad al
aspecto cognoscitivo por encima de los otros dos. Es de aquí donde surge
la necesidad de que los docentes conozcamos la utilidad y los beneficios que la formación en valores nos
aportará para construir una sociedad armónica.
Por ello para trabajar con valores no
solamente se hace necesario mencionar lo que son y cómo se debería vivir en
base a ellos, será más relevante
vivenciarlos, y siendo educadores fomentarlos en la escuela primaria;
pero no como una mera imposición, si no como una forma de vida, la cual permita
a los alumnos conducirse de acuerdo a ellos no únicamente dentro de la escuela,
sino de forma permanente en su vida cotidiana.
La función de
la escuela en
la formación de
valores es por
supuesto limitada; nunca podrá
sustituir las responsabilidades de
la familia, pero su contribución
es importante porque
puede apoyar este
aspecto de la
educación de una
manera sistemática y
permanente, y además cuenta
con muy valiosos recursos para
ello; para formar los
valores deseables, la escuela
debe en primer
lugar funcionar como una
verdadera comunidad, cuyos valores
estén presentes en
su ambiente y
organización y sobre
todo en las
personas que la
dirigen y la
integran.
Por tanto
el maestro influye de manera especial en la formación de ideas,
actitudes y modos de interpretar la realidad de sus alumnos. Es necesario
también reconocer que nadie da lo que no tiene, es decir, que ningún profesor
enseñará un valor que ni él mismo profesa o se encuentra en su persona, pero que no es difícil
adquirir con un poco de voluntad.
Considerando así
que el maestro
destaca como el
factor fundamental dentro
de la escuela
para la formación
y fomento de
valores por la
función que desempeña
y la autoridad
con que se
presenta ante el
educando, encarna los
valores deseables, sirve de
“ejemplo”, y se
convierte en el
paradigma de identificación. ( Latapí,
2003), desgraciadamente algunos maestros
nos limitamos a
los aspectos cognoscitivos, sin dudas
esenciales para lograr
que dominar el
saber especializado de
nuestra profesión, olvidando así
nuestro desarrollo humano, del
que dependerá fundamentalmente la
capacidad para formar
valores en nuestros
alumnos.
Por tanto
la escuela debe
fomentar un clima
de respeto, afecto y
estimulo que propicie
el crecimiento humano
de todos los
alumnos y convertirse
en una verdadera
comunidad. La
responsabilidad de educar
en valores no
es exclusiva de
los maestros de
algunas asignaturas sino
de todos. ( Schmelkes,1997)
Por
otra parte una
tarea importante que
deben considerar los
padres de familia como parte
ensencial en la
formación de valores
en cuanto a
los medios de
comunicación ; es el estar
al pendiente de lo que
sus hijos ven
en el televisor para acompañarles
y comentar ese
negativo bombardeo informativo
que tanto acelera
su instrucción. El
maestro por su parte tiene
que ayudarle a
organizar esa información, combatirla en
parte y brindarles
herramientas cognoscitivas para
hacerla provechosa o
por lo menos
no dañina. ( Savater,1997). Por tanto
la Influencia de los medios de comunicación, que se han convertido en un
referente para el actuar cotidiano de alumnas y alumnos; la televisión, el
internet y otros medios de comunicación social, ejercen especial influencia en
los jóvenes y niños, que fijan su atención en modelos que están lejos de su realidad y, a menudo, les
inculcan ciertos comportamientos negativos.
El fomento
de valores en
la escuela plantea la
posibilidad de un mejor futuro, el propósito
de formar en
valores es lograr el desarrollo
integral de los alumnos
así como la construcción
de una mejor
sociedad , respetuosa, democrática
y humanizante . Por eso
es recomendable que la escuela
formule, con la
participación de sus
directivos, maestros y padres
de familia, “ su proyecto
escolar”, en el que
se establezca sus
objetivos de desarrollo
en un plazo
determinado de tiempo y
disponga de los
medios conducentes; y que
en ese proyecto
la formación cívica
ocupe un lugar
central.
Cabe mencionar
que es importante
procurar conseguir la
participación y el
apoyo entusiasta de
los padres de familia; para ello
debe identificar las
mejores estrategias con
objeto de que
ellos comprendan mejor
su responsabilidad en
estos aspectos de
la formación de
sus hijos y
trabajen coordinadamente con
la escuela. ( Cardús, 2010 )
BIBLIOGRAFIA
Cardús Salvador. (2010). Bien Educados. Barcelona Paidos
Latapí
Sarre Pablo (2003). El debate
sobre los valores
en la escuela
mexicana. Fondo de Cultura
Savater Fernando . ( 1997 ) .El valor
de educar. España Editorial
Ariel, s.a. Barcelona
Schmelkes, Sylvia (1997) “La pedagogía de la
formación valoral”, en la escuela y la formación valoral.
México, castellanos editores.Económica
.